ocho negros, tres azules
[y viceversa.
Vete a la mierda -dije-,
y cerré la conversación.
Ha surgido de nuevo
esa necesidad vergonzosa,
de irme hasta la última
página del libro a leer el final
y matar las páginas de ruido.
apuntarme directo
a la boca con dos dedos
y disparar.
como con tus dedos,
cuando en cambio
detengo las balas con mi lengua
y sigo viva.
Que soy alimento para peces,
dirías.
que tienes ojos enormes,
te digo.
vuelvo con retórica gregoriana,
recién maldita,
recién fulana
y me aprieto las raíces
que son mis pies.
tengo una forma
para
ajustar tu cráneo en mi tórax;
tengo una fórmula
para
callar cuando rediseño tu esbozo.
y aparezco en todas tus esquinas
y te inquietas.
sé muy bien cuando me escapas,
porque comienzas a escribir en otro idioma.
cartas
a todas las mujeres que
no fueron tus mujeres;
cartas
a la Srita. Romero,
con posdatas ilegibles.
cartas
para volverte más
adulto i rresponsable.
cartas
para desmemoriar
a todos los elefantes
que pinté en el techo.
cartas
para embriagarte
y pedirme a las 2am
que atienda el teléfono.
cartas
nocturnas,
porque nocturno
te entregas a mis ruiditos.
tanteando
me pides peso;
tanteando
en la ruidera,envías
cartas
a la habitación de al lado,
excusando mi estancia en tu lugar;
y sueltas un gas.
Eres la bola de carne más ebria que he vivido en mi vista.
Que estoy mintiendo, dirías.
me inclino de puntitas, y
con un cuadro abollo
tu nunca.
en silencio, pides perdón
y te vuelvo a la vida
con mi pecho izquierdo
en tu boca.
1 comentarios:
yo llegué tarde a este, pero no me arrepiento, porque fue oportuno.
La imagen de la bola de carne es genial. La imaginé tan caricatura que hay un humor bastante negro en el poema.
Vuelas, niña.
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