Hay cosas que el hombre
debe decir con la boca abierta,
los párpados preñados
y las raíces desnudas,
desnudeces.
todos exudan licor
por la estreches de sus
gargantas, embudadas
cual botella sempiterna
y soy rigor del adulterio;
y soy rigor del adulterio;
soy ingenua por certeza
creo en sombras por complejo,
y amo en verso los domingos
o los viernes,
y voy dejando al encanto bien arropado
en pimpinelas,
dejando que el arrollo
brotara entre mis celas más plateadas,
más importantes.
más importantes.
qué obsoletos aquellos hombres nueces;
el soneto de mis falacias
y el vuelco de mi pies rizados,
rizadísimos.
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