8.7.11

Bigotes de leche

Que caigan todos los pórticos que
luego de que cualquier amén
se apaguen nocturnos; y que vuelvan
los días de polvo
soplados por mi nariz de roca.

Dios ponga un buñuelo de piel
propugnando un pómulo dormido;
que supla en dobles a los rizos
que se despintan en mi torso.

Desopilar lo amargo de mi pubis adormilado,
fungiendo en Praga la dosis
que en mi sexo es veneno de ratas
y mis raíces de epidermis tajada, mueran.

Arterias que se hurgan infecundas
pintorreando la escenita mortuoria
como esdrújulos de papel torcido
y mis retoños queriendo ser los pies 
-en susurro-
                                                             de un bigote de leche. 



Torpe desdén

Todo lo viril en su cuerpo raquídeo
se fue rebasando 
por la oreja de una taza de enjambre.
Ahora dame ganas que no quiero dormirme
y  son más de las cuatro;
ya soy ternura.
Tómame que me hago soplo
cuando se exhalan los suburbios
en mi espalda.
Tómame que soy sosiego, fósforo y miel.
Tómame que me escurro entre tu barba
y le soy infame a tus pecas.
y migaja por migaja
depilo una hebra de cayenas moradas.
La mesa me sujeta y el buró me carga.
me tomé algunos centímetros de tu talla
para descubrirme más rígida, más espesa;
a ver si las leyes me hacen lo mismo que a ti.
Desabrocha estos lunares 
que están ansiosos por chuparte.
No es que no crea en el humo que exhortan las lluvias,
es que todo se hizo gemido después de ti.

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