23.4.11

Engrápame los días.

Soy aficionada al remojo de cabellos, que flotan en los hombros de una muchachita con ojos almendrados. Mi nuevo deporte se basa en pescar resfriados de mucosa rancia: menos verde, más violeta. No quiero que me comiences a sugerir literatura fina, sabes muy bien que no me gusta leer/te. Mientras intentas comunicarte con mi servidor, yo me fijo en la forma con que mi orina se desdibuja en el lavabo de mi ducha y le guiño el ojo que tengo en medio de mi sexo. Tengo ganas de llegar de Locatel, con bolsas que funcionen como torniquete en los dedos, buscar la llave con mi boca y abrir la cerradura con mi lengua. Atender a tus muchachos y darte la vida en zapatillas altas. Ser tu caché preferido. 


Hay algo que no voy a permitirme y que quede claro que no me estoy ideando un futuro contigo, que lo único que esta maña intenta hacer: es desdibujarte de su ombligo. No comiences a negarte, yo no quiero ser historia. Mi lengua geográfica emprende más erotismo que tus visiones más paralelas y ya no quiero tenerte/me. Que se me espesa la sangre cada vez que entras a un bar buscando belleza y se te agranda el pecho de nicotina desechable. Que me vale madre tu interés casi nulo por tener hijos, soy mujer y menstrúo. Son mis óvulos y los gesto si quiero. Que luego de cualquier libertinaje, me siento enjaulada y ni siquiera nos pertenecemos a poca honra. Que estoy decidida a comportarme como un zombie, a ser mujercita de novela y niñita prodijio 24/7. Tengo ojeras en la panza y la vida se me guiña sola; no quiero que creas que me gusta el púpura cuando en realidad no es todo lo que deberías saber de mí. Que estoy tan exhausta y rápido se me pinchan los dedos. Tengo tres horas despierta y sólo debo hacerte un croquis para que llegues a casa buscándome la risa. Acá te esperan dos copas, 34B para ser exactos.  


Y que quede claro que no me estoy ideando un futuro contigo, que lo único 
que esta maña intenta hacer: es engraparte a su ombligo. 

10.4.11

Y envuelve un cigoto en papel celofán dorado;
 y lo envía a la tierra para que sea más inútil
 y camine con sandalias 
en los dedos. 


Empapela sus venitas
en canela amarronada, 
y brinca en su boquita 
el gato más morado. 


Sucede que omnisciente 
sucumbe a los ronquidos, 
la perla tornasol que obedece 
tal ombligo. 


Son veces los sabores 
que me saben al pasado; 
son escamas los terruños 
que me albergan hojalata. 


Sos el ombligo de mi sombra,
sos pureza, mi deshonra;
paroxismo
sos parodia.  



9.4.11

Rizadísimos.

Hay cosas que el hombre
debe decir con la boca abierta,
                       los párpados preñados
                       y las raíces desnudas,
                                          desnudeces.
todos exudan licor
por la estreches de sus 
gargantas, embudadas 
cual botella sempiterna 
soy rigor del adulterio;
soy ingenua por certeza
creo en sombras por complejo,
y amo en verso los domingos
o los viernes,                         
y voy dejando al encanto bien arropado
en pimpinelas, 
dejando que el arrollo
brotara entre mis celas más plateadas,
                                 más importantes.

qué obsoletos aquellos hombres nueces;
el soneto de mis falacias
y el vuelco de mi pies rizados,
                                    rizadísimos.

Dos dedos para una nariz

Ya llevo veinte bolígrafos;
ocho negros, tres azules
                                    [y viceversa.

Vete a la mierda -dije-,
y cerré la conversación. 

Ha surgido de nuevo 
esa necesidad vergonzosa, 
de irme hasta la última 
página del libro a leer el final 
y matar las páginas de ruido. 
apuntarme directo 
a la boca con dos dedos 
y disparar.
como con tus dedos, 
cuando en cambio
detengo las balas con mi lengua 
y sigo viva.

Que soy alimento para peces, 
                                             dirías. 
  que tienes ojos enormes, 
                                           te digo. 

vuelvo con retórica gregoriana, 
                                                recién maldita, 
                                                recién fulana 
y me aprieto las raíces 
que son mis pies. 

tengo una forma 
para 
ajustar tu cráneo en mi tórax;
tengo una fórmula 

para
callar cuando rediseño tu esbozo. 

y aparezco en todas tus esquinas
y te inquietas. 
sé muy bien cuando me escapas, 
porque comienzas a escribir en otro idioma. 
cartas 
a todas las mujeres que 
no fueron tus mujeres; 
cartas 
a la Srita. Romero, 
con posdatas ilegibles. 
cartas 
para volverte más 
adulto i rresponsable. 
cartas 
para desmemoriar 
a todos los elefantes 
que pinté en el techo. 
cartas 
para embriagarte
 y pedirme a las 2am 
que atienda el teléfono. 
cartas
nocturnas, 
porque nocturno
 te entregas a mis ruiditos. 

 tanteando
                 me pides peso; 
 tanteando 
                 en la ruidera,envías
cartas 
a la habitación de al lado,
excusando mi estancia en tu lugar;
 y sueltas un gas.

Eres la bola de carne más ebria que he vivido en mi vista.  

Que estoy mintiendo, dirías.
me inclino de puntitas, y 
 con un cuadro abollo
 tu nunca.

en silencio, pides perdón
y te vuelvo a la vida 
con mi pecho izquierdo
en tu boca. 




Después de todo; todo viene después.

Vamos a rezar con celo, mivida.
vamos a hacerlo sin prisa, despacio,
entre los dientes.
del vino a la boca
del vientre para afuera.

    Fue    desnuda    hasta     la    cocina,
dejó  su  huella  entre  el buró;  lo   noté.
hizo   panquecas   y   se  le   chorrearon
los   talones.   Era preciosa,  según    tus
cartas; era sedimento según mis   huellas.
Era   exquisita,   y   no   le  diste     nada. 
A mí  tampoco.  Era estúpida,   según tu
padre;    eras   infeliz  según mis pálpitos.
Un arre-bato,  y sus diéresis en la  frente,
por todos lados.  Pelirroja. Tonta. Dulce.
Gris.  Y  yo  que  soy   enjambre, te odio.
Te hostigo e insinúo que me molesta, que
te celo.   Desmedida   y   diacríticamente. 
Le aburres. No haces nada y se  marcha, 
y  se  marcha.   No   haces   nada,  no  le
detienes,  te  brinca la lengua y se marcha.  

Y yo,  que   me  vestía de prisa,   apurándome   a las
 horas;   que me desvenaba  en  escalones  de  escarcha
me   desvenía    en  tu    sonrisa,      mi  gran  desnudo,
mi   Dios  en  capas.  La  mina,   Rojama   y  Benjamín.
dos espuelas,    mis caderas.    Giro el reloj,   y   apago
el sifón de  tu espejo. Reprendo la suichera, y la cocina
  nos   aparta.    La habitación  de  mi   escueta panza   y
    yo  que    camino    deprisa ,    me  beso     las manos. 
Las grietas.   Me busco las grietas,  y en el baño escala
un vecino,  tu pelo . La curva de mis batatas, y morder.
Escapar y romper, romper  y romper. Junturas domés-
ticas.    Apócame,     opácame.    Siéntome   descalza,
 y  en  mi planta  tres ramas.  En mi  palma  una  dama;
 fue  ella   tu mujer  y  me aplasto.   Acentúeme, usted. 





jamás había querido que abril fuese tan jamás.

Ayayay, lelelele;
tengo el corazón del
mundo, cuando tú
me das la vida.]